Francisco Rivera "Paquirrí"

Fue hijo del novillero Antonio Rivera Alvarado (Barbate, 17 de febrero de 1920 – Cádiz, 10 de noviembre de 2009), quien era el encargado del matadero municipal de Barbate,[2]​ donde Paquirri y su hermano, el también matador José Rivera «Riverita», comenzaron a torear. Creció cerca de ambientes toreros. Recibió influencias de Rafael Ortega "El Gallo", y de Miguelín. Su madre fue Agustina Pérez Núñez (Tarifa, 1922–1977), quien tenía una hermana, Lucrecia (n. 1931), madrina de Paquirri.


Debut y primera novillada:


Se crio en Barbate (Cádiz), donde debutó el 16 de agosto de 1962 enfrentándose a reses de la ganadería de Núñez Polavieja. El 28 de junio de 1964 debutaba en una novillada con caballos en la plaza de toros de Cádiz. Alternó con José González Copano y Rafael Jiménez Márquez, en un encierro con reses de la vacada del marqués de Villamarta En Sevilla el 1 de mayo de 1966 cortó tres orejas en una novillada en la que le acompañaron Pepe Luis Segura y Manolo Sanlúcar.


Alternativa en Barcelona:


Tomó la alternativa como matador de toros en la Plaza Monumental de Barcelona el 17 de julio de 1966, ejerciendo de padrino Antonio Bienvenida y de testigo Andrés Vázquez frente a reses de Juan Pedro Domecq (ganadería). La alternativa no se llegó a consumar al ser cogido el diestro gravemente en el muslo dderecho La esperada alternativa llegó el 11 de agosto de ese mismo año y en el mismo coso, al cederle Paco Camino muleta y espada ante la mirada de Santiago Martín “El Viti”. En esta ocasión, los astados llevaban el hierro de Carlos Urquijo de Federico.


Consagración:


Tras acabar aquella temporada de su doctorado habiendo intervenido en diecinueve corridas de toros, en la campaña siguiente hizo el paseíllo a través de la arena de la plaza Monumental de Las Ventas (Madrid), dispuesto a confirmar ante la primera afición del mundo los méritos que le avalaban como matador de toros bravos. Venía, a la sazón, apadrinado por el susodicho Francisco Camino Sánchez ("Paco Camino"), quien, en presencia del diestro jienense José Fuentes Sánchez, que hacía las veces de testigo, le facultó para que diera lidia y muerte a estoque a Alelado, un morlaco señalado con el hierro de don Juan Pedro Domecq.


Acabada en España la temporada de 1967, se desplazó a tierras hispanoamericanas, donde dejó buenas muestras de su valor y su oficio de lidiador poderoso y curtido, a pesar de su corta experiencia. Tras haber toreado en Perú, Colombia y Venezuela, regresó a España para emprender la campaña de 1968 en los puestos cimeros del escalafón, como lo prueban los sesenta y siete contratos que cumplió durante aquel año. Ya entonces se veía bien claro que, si bien no era "Paquirri" un diestro llamado a renovar los fundamentos estéticos del Arte de Cúchares, su desmesurada valentía, su serenidad delante de los toros, su perfecto dominio de todas las suertes (incluida la de banderillas) y, en definitiva, su extraordinario conocimiento del comportamiento de las reses bravas lo anunciaban como una de las grandes figuras del toreo del último tercio del siglo XX.


Idéntico reconocimiento recibió en las más severas plazas de Ultramar, donde, a finales de aquel año de 1968, fue distinguido con los máximos galardones otorgados a los triunfadores de las ferias del Señor de los Milagros (en Lima, Perú), del Señor de los Cristales (en Cali, Colombia) y del Señor de Monserrate de Bogotá (Colombia). Vuelto a España, en 1969 se vistió de luces en sesenta y nueve ocasiones, y en cincuenta y tres durante el año siguiente, en el que volvió a viajar a Hispanoamérica para, entre otros contratos, confirmar su alternativa en la plaza de toros Monumental de México. Acaeció este acto un 29 de noviembre de 1970, fecha en la que, apadrinado por Raúl Contreras ("Finito") y en presencia de Manolo Martínez, confirmó su doctorado dando lidia y muerte a un toro que lucía la divisa de don José Julián Llaguno.


De regreso a la península Ibérica, en 1971 hizo sesenta paseíllos, y ochenta y cuatro en 1972, año en el que acabó la temporada al frente del escalafón de matadores de toros. Por supuesto, al término de cada una de las mencionadas campañas se trasladó a Hispanoamérica, donde los triunfos alternaron con alguna cornada de gravedad, como la que recibió en el coso caraqueño el día 14 de octubre de 1972.


Convertido, pues, en una figura consagrada, durante la década de los setenta cosechó innumerables éxitos por todas las plazas españolas, a pesar de que no gozaba de toda la complacencia de los aficionados más pendientes de la estética del toreo (quienes, sin embargo, no podían menos que reconocer las briosas facultades de "Paquirri" para someter a cualquier tipo de toro). En 1973 se vistió de luces en setenta ocasiones; en 1974, intervino en ochenta y un festejos; y en 1975, a pesar de la grave cornada que sufrió en Sevilla el día 16 de mayo, llegó a cumplir setenta y cuatro ajustes. Y aunque en 1976 el número de sus actuaciones se redujo a cincuenta, al término de la siguiente temporada había reconquistado de nuevo el puesto cimero del escalafón, al dar por concluida la campaña tras haberse vestido de luces ochenta y una veces.


Durante 1978 hizo sesenta y un paseíllos, que aumentaron a sesenta y tres en 1979, año en el que alcanzó la cima de su carrera taurina. En efecto, el día 27 de abril de dicha temporada salió a hombros por la Puerta del Príncipe de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, después de haber enjaretado una espléndida faena a una res procedente de las dehesas de Torrestrella; y antes de que transcurriera un mes (concretamente, el día 24 de mayo de aquel mismo año de 1979) volvió a triunfar clamorosamente, pero esta vez ante la primera afición del mundo, que lo sacó a hombros a través de la Puerta Grande de Las Ventas.


Triunfó de nuevo en Sevilla (el 25 de abril) y en Madrid (el 19 de junio) en la temporada de 1980, y el 28 de abril del año siguiente volvió a salir a hombros por la hispalense Puerta del Príncipe. Poco a poco, el número de festejos en los que participaba fue decreciendo, aunque no dejó por ello de acudir al término de cada campaña a su cita anual con los cosos americanos, donde era tan querido y admirado como en España. El 30 de enero de 1983 fue corneado en la plaza de Santamaría (Bogotá) por un astado de la ganadería de Icuasuco, que le produjo una herida de seria consideración en el muslo derecho, de resultas de lo cual tan sólo pudo vestirse de luces en treinta y siete ocasiones en el transcurso de aquella campaña.


Vida personal:


Contrajo matrimonio el 16 de febrero de 1973 con Carmen Ordóñez, hija del también torero Antonio Ordóñez, en la basílica de San Francisco el Grande de Madrid. Fruto de este matrimonio nacieron dos hijos, ambos toreros, llamados Francisco y Cayetano. Paquirri y Carmen pusieron fin a su matrimonio en 1979.


El 30 de abril de 1983 se volvió a casar, en esta ocasión con la cantante Isabel PPantoja en la basílica de Jesús del Gran Poder de Sevilla. Este matrimonio solo tuvo un hijo: Francisco José Rivera Pantoja. Entre ambos matrimonios mantuvo también una relación con Bárbara Rey y luego con la cantante Lolita Flores, hija de Lola Flores.


Muerte en Pozoblanco:


El 26 de septiembre de 1984, en la plaza de Pozoblanco (Córdoba), compartiendo cartel con el Yiyo y El Soro, sufrió una cogida de un toro, cuarto de la corrida, de la ganadería de Sayalero y Bandrés, de nombre “Avispado”, que resultó en una cornada con dos trayectorias que rompieron las venas ilíaca y safena, y la arteria femoral. Un video, grabado por el camarógrafo Antonio Salmoral, registró el incidente y escenas del torero hablando en la enfermería. Paquirri, todavía consciente, y con una notable tranquilidad dadas las circunstancias, explicaba al doctor Eliseo Morán el tamaño y la trayectoria de la herida:


«Doctor, yo quiero hablar con usted o no me voy a quedar tranquilo. La cornada es fuerte. Tiene al menos dos trayectorias, una para acá y otra para allá. Abra todo lo que tenga que abrir, lo demás está en sus manos. Y tranquilo, doctor».


El torero no pudo ser bien atendido debido a las limitaciones de la enfermería y, sin poder contenerle la hemorragia, el doctor Eliseo Morán le hizo una cura de urgencia y dada la extrema gravedad del torero, ordenó su traslado inmediato al Hospital Reina Sofía de Córdoba. Los doctores Ruiz y Fumes acompañaron al herido en la ambulancia. Ya cerca de Córdoba sufrió un paro cardíaco y en un intento desesperado de salvarle la vida decidieron ingresarlo en el Hospital Militar por encontrarse más cerca, donde falleció. En las diligencias judiciales consta que Paquirri murió por un shock hipovolémico intenso por hemorragia masiva y rápida. Dos días después miles de personas le dieron el último adiós en la Plaza de la Maestranza de Sevilla. Fue sepultado en el Cementerio de San Fernando.



Circunstancias de la muerte:


Aunque según el médico que lo atendió la cornada no era mortal, la muerte del torero se debió a un fatal cúmulo de circunstancias: los servicios sanitarios con que contaba la plaza eran muy limitados, fue trasladado en una ambulancia convencional y la carretera que unía ambas localidades estaba en malas condiciones. La trascendencia que su muerte tuvo en la prensa contribuyó a cambiar la legislación de espectáculos taurinos obligando a que las plazas de todas las categorías dispusieran de Unidades de Vigilancia Intensiva móviles, y a que las plazas de 1.ª y 2.ª categorías contaran con quirófanos convenientemente equipados.