El Perro Ortega

La ganadería de Eduardo Miura protagonizó, el 12 de julio de 1958, el encierro más largo de la historia de San Fermín.


Se cumplen 63 años de la conocida historia del perro "Ortega" que tanto impresionó a la gente en los Sanfermines de 1958, y que tanto sigue sorprendiendo.


Aquel 12 de julio, los toros de la ganadería de Eduardo Miura protagonizaron un encierro que ha quedado para la historia como el encierro más largo, al desarrollarse en nada menos que 30 minutos.


La gente hoy en día probablemente se preguntará cómo puede durar un encierro ese tiempo, cuando los actuales encierros no sobrepasan apenas los dos minutos y medio.


Pues bien, la manada de los Miura de aquel encierro entró a la plaza de toros de Pamplona dividida, cuatro toros por delante y dos detrás, acompañados de los respectivos cabestros.


La sorpresa vino cuando uno de los rezagados se quedó plantado en mitad del ruedo, con una actitud desafiante, negándose a entrar en los toriles.


Como es habitual, los toreros entraron en acción para intentar conducirle con sus capotazos a los corrales, pero este hacía caso omiso mostrándose cada vez más altanero.

EL PERRO ORTEGA


Tras ello, fueron los mozos de la plaza los que, con mucho valor y frialdad, comenzaron a hostigar al toro sin encontrar tampoco recompensa, provocando que el toro se arrancara en varias ocasiones para embestir a estos.


Seguía sin haber manera de que el animal se decidiera por entrar en los corrales, de forma que los mozos se apartaron al vallado para dejar paso a los cabestros con los pastores.


Arroparon al Miura y tiraron de él constantemente sin éxito, ya que el toro estaba decidido a permanecer en la plaza por muchos intentos infructuosos que hicieran.


Finalmente, uno de los pastores sacó a la plaza a un pequeño perro llamado Ortega, que solía acompañarle en sus labores, ante el asombro y la admiración de los allí presentes.


Lo que no sabían era que este perro iba a ser el único capaz de conducir al Miura a los toriles, tras más de 25 minutos de brega en el coso pamplonés.


Le ladró en la cara al toro, y tras no inmutarse, le mordió en las patas traseras hasta finalmente acabar conduciéndole hasta el interior de los corrales.


Fue el gran héroe del encierro, al cual varios mozos cogieron a hombros y dieron la vuelta al ruedo, como si de un torero se tratara, ante la ovación de toda la plaza.



Escribir comentario

Comentarios: 0