Victorino Martín

Propietario: D. Victorino Martín Andrés.
Representante: D. Victorino Martín García.
Divisa: Azul y encarnada.
Señales de oreja: Hoja de higuera en ambas.
Antigüedad: 29 de mayo de 1919.
Sigla: UEI (Unión de Criadores de Toros de Lidia).
Fincas: “Las Tiesas de Santa María” y "La Gama", PORTEZUELO (Cáceres)
Mayoral: Don Félix Majada Barrio.
Procedencia: La fundó el marqués de Albaserrada en 1912 con hembras y sementales del conde de Santa Coloma, origen Saltillo. En 1920 falleció el marqués. En 1921 la marquesa viuda de Albaserrada la vendió a José Bueno. En 1928 se dividió una parte de su viuda, Juliana Calvo y otra para Bernardo Escudero. En 1941 la heredan sus sobrinos, que anunciaron "Escudero Calvo Hermanos". En 1965 fue vendida a Victorino Martín Andrés. El ganadero posee un nuevo hierro: Monteviejo.

La ganadería se compone en la actualidad de:

  • 320 vacas de vientre, número que en la actualidad consideramos como ideal en el que pretendemos estabilizarnos. Todas ellas pastan en Monteviejo.

  • Dos camadas de añojas y eralas, de alrededor de 125 animales cada una. Las añojas se ubican en Las Tiesas desde su destetete hasta el verano siguiente, cuando son trasportadas en camiones a las praderas de Monteviejo. Aquí permanecen hasta los tres años, cuando son tentadas. Las que superan la prueba pasan a reproductoras y las que no, se destinan al matadero.

  • Cuatro camadas de añojos, erales, utreros y cuatreños, cada una de alrededor de 125 animales. Todas ellas en Las Tiesas.

  • Cinqueños. Su número suele oscilar según los años, pero es difícil que sobrepasen la veintena. Se encuentran en Las Tiesas.
  • Sementales. Su número suele rondar la quincena, pero varía según momentos y sobre todo teniendo en cuenta los que están en prueba. Van a Monteviejo después de superar la prueba de la tienta.
  • Dos piaras de cabestros de número variable. Una para cada explotación.

La fecha de antigüedad de la ganadería se remonta al 29 de mayo de 1919, cuando el hierro pertenecía a Hipólito de Queralt y Fernández-Maqueira, XII marqués de Albaserrada. En esta fecha se lidió en la Plaza de toros de Madrid una corrida completa (condición indispensable para adquirir antigüedad) que torearon los diestros Rodolfo Gaona, Juan Sáinz "Saleri II" y Cocherito de Bilbao, quien sustituía al malogrado Varelito.


El hierro de la ganadería se conforma mediante una "A" mayúscula a la que se le superpone una corona, que evoca el origen aristocrático de la vacada. Asimismo, la divisa se compone a base de los colores azul y encarnado.​ En cuanto a la señal que los animales portan en las orejas es hoja de higuera en ambas.


Historia del encaste:


En 1913, Hipólito de Queralt, marqués de Albaserrada, compraba a su hermano Enrique de Queralt, conde de Santa Coloma, gran parte del ganado de su recién creada ganadería. Una vacada que procedía del hierro anterior de Eduardo Ibarra, cuyas reses tenían origen de encaste Vistahermosa-Barbero de Utrera-Viuda de Murube. Desde 1908, había contado también con el origen Saltillo tras la compra realizada a esta ganadería.


A la muerte de Hipólito de Queralt, en 1920, la ganadería pasó a manos de la marquesa viuda de Albaserrada quien, el mismo año, decidió venderla. El nuevo comprador, el vallisoletano José Bueno, mantuvo el hierro y el ganado hasta que en 1928 terminó por dividir la ganadería en dos: el primero de los lotes, a manos de sus sobrinos Roque y Bernardo Escudero Bueno; y el segundo pertenecería a su viuda, Juliana Calvo, quien mantendrá la propiedad también del antiguo hierro del marqués.


Los hijos de doña Juliana Calvo heredan la parte de su madre en 1941, anunciándose a nombre de "Escudero Calvo Hermanos", y mantuvieron, en rasgos generales, la unidad de la ganadería durante dos décadas, desde 1941 hasta 1960, momento en el que se empieza a desintegrar, porque ya había entrado en una fuerte crisis de pérdida de valor, entre otras cosas porque los toreros no quieren torear ese ganado. Así, se divide en varios lotes que parecen destinados al matadero, a falta de compradores, hasta que en 1965 lo que queda de la ganadería es finalmente vendida.


Historia de la Ganadería:


En efecto, desde 1960 la familia Escudero Calvo había entrado en negociaciones con los hermanos Victorino, Adolfo y Venancio Martín Andrés, ya previamente ganaderos en Galapagar, para que fuesen estos quienes se hiciesen cargo de la ganadería, a consecuencia de «la debacle económica que esta había producido en la familia». La parte correspondiente a Florentina Escudero ya es comprada en esa fecha por los hermanos Martín Andrés. La oferta incluía ciento cincuenta cabezas de raza de lidia, y además vacuno manso y ganado caballar. La transacción se cerró en 1.060.000  pesetas.[9]​ Se iba a producir un cambio notable en la vida de Victorino y sus hermanos: "El salto de criador de ganado de carne y lechero, tratante, carnicero y moruchero que por las noches bajaba a Madrid a caballo con su ganado al matadero a imprescindible ganadero de toros bravos en el toreo es único en la Historia.


Los hermanos Martín iniciaron su andadura en esta nueva empresa anunciándose bajo la denominación precedente de la ganadería: Escudero Calvo Hermanos, y lidiaron su primera novillada el 30 de abril de 1961, en la Plaza de toros de Zaragoza, en un cartel que compusieron los novilleros Manuel Fuillerat, Palmeño, Manolín Herrero y Emilio Oliva. No fue hasta el 27 de agosto del 61 cuando pasaran a ofrecer su primera corrida de toros, esta vez en la inauguración de la Plaza de toros de San Sebastián de los Reyes, que lidiaron Antonio Bienvenida, Antonio Chenel Antoñete y Curro Montes.


Entre Galapagar (Madrid) y Retortillo (Salamanca) empezaron a pastar los animales de la ganadería de los hermanos Martín, particularmente en las fincas de Los Enebrales, en Galapagar, y en La Nava de Yeltes, en Salamanca. En esta explotación agropecuaria, a partir de 1963, los nuevos ganaderos empezaron a seleccionar sementales con los que nutrir de bravura este encaste de toros de lidia: Minerito, número 87 (Escudero Calvo había lidiado en Madrid en 1957 otro toro con el mismo nombre, que figura como "toro célebre en El Cossío); Hospiciano, 20; Carminero, número 70; Granadino, número 62; y Valenciano, número 87.


Tras varios años lidiando en plazas de España, de primera, segunda y tercera categoría, el 19 de junio de 1965 se abre la oportunidad a que los ganaderos puedan llevar sus toros a la Plaza de toros de Madrid. La novillada, anunciada bajo el nombre de Marqués de Albaserrada, la lidiaban Gregorio Tébar El Inclusero, Paco Pallarés y el sevillano José María Sussoni, que se presentaba ante la afición madrileña.


A partir de ese mismo año, la ganadería iniciaba la trashumancia desde Salamanca hasta Extremadura, donde se situaba la nueva finca en la que pastarían los toros de los hermanos Martín Andrés: "El Mironcillo", en Malpartida de Plasencia. El propio 1965 podían lidiar ya tres corridas en un mes. Además, en ese año, adquirían también la finca "Monteviejo", al mismo tiempo que el resto de ganado de procedencia Albaserrada que aún obraba en poder de los Escudero Calvo, lo que ampliaba considerablemente las posibilidades de perfilar reatas encastadas según los planes de los nuevos propietarios. Eso permitió que la ganadería pasara a lidiarse, ya en 1966, con el nombre de estos: Martín Andrés Hermanos. siendo el primer festejo que lidiaron bajo esta denominación el 20 de marzo de 1966, en la Plaza de toros de Vista Alegre, con la participación de los novilleros El Pepe, Núñez Lara, y Antonio Montes, El Jeringuero.


Características del toro de Victorino Martín:


El toro de la ganadería de Victorino Martín, por su origen genético, procede directamente de los prototipos raciales del encaste Santa Coloma, vía Marqués de Albaserrada. Por esta razón, según la legislación vigente, establece las siguientes características:


Las características morfológicas son similares en su mayoría a las del encaste Saltillo, aunque pueden variar los perfiles y aparecer con más frecuencia reses acarneradas: cabeza estrecha, alargada y con frecuencia de forma acuminada (hocico de rata); cuello largo, con poco morrillo y "degollados".

Las pintas más frecuentes son las cárdenas en todas sus variantes, del claro al oscuro; y después las negras, pero con predominio de entrepelados, y con variantes accidentales frecuentes como el bragado, meano, axiblanco y mulato (negro mate y pardusco).

Sobre el comportamiento de los victorinos, los toreros siempre han considerado a estos animales como exigentes e inteligentes durante su lidia. Así, el diestro Pepe Moral asegura que "Esta ganadería tiene mucha personalidad. Cuando un toro regala veinte embestidas buenas, embiste mejor que cualquiera". Anteriormente, Francisco Ruiz Miguel, por su parte, uno de los toreros que más toros de esta ganadería ha estoqueado, triunfando con ellos numerosas veces, tuvo la idea de inventar el metafórico nombre de "alimañas" para los toros de Victorino Martín más complicados durante la lidia, y el apelativo tuvo fortuna.


También se puede transcribir la opinión de un famoso crítico taurino, Zabala de la Serna (que, por otra parte, seguía la línea de su padre Vicente Zabala cuando enjuició la llamada "Corrida del Siglo", vid infra): "Victorino extendió su reinado de la A coronada de Albaserrada, el encaste protegido bajo su sagacidad, su imagen alejada del estereotipo de ganadero andaluz, su lengua indomable y unas dotes de innato comunicador que hacían saltar chispas en un sistema dormido. En sus dominios no pisaban veedores de toreros ni nadie osaba mandar más que el ganadero en su producto, en sus criaturas voraces y tobilleras -las alimañas que adquirieron tanto predicamento como sudores hicieron pasar a sus lidiadores- o templadas y entregadas al mando de los vuelos de quien fuese capaz de descifrar los códigos de una bravura distinta y peculiar".


En general, como todo el ganado procedente de Santa Coloma, es un tipo de toro muy vivaz de mirada y temperamento, al que hay que someter con determinación en la lidia. Le desagradan los "toques" en el cite, y en general las brusquedades en los pases, y si no se le hacen bien los embroques, aprenden pronto, es decir, pueden percibir el engaño, distinguirlo del torero, y buscar con un seco derrote el cuerpo del mismo. Por todo ello, las figuras del toreo actuales, salvo excepciones (que llaman "gestas"), suelen evitar acartelarse con este encaste. Los toros de Victorino forman parte destacada de las corridas llamadas "duras", apreciadas por el sector del público "torista".


En efecto, con motivo del homenaje que la Plaza de Las Ventas dedicó a la ganadería de Victorino en marzo de 2018, su hijo, actual propietario y director de la misma, se mostraba agradecido con estas palabras: "Esta plaza siempre ha sido muy torista. Mientras más importante es el toro, más importante son los toreros que se ponen delante. Hoy en día se confunde kilos con trapío, nosotros buscamos un toro que cuando se le hagan las cosas bien, responda. La verdadera emoción se vive cuando un toro humilla y eso es lo que buscamos. Madrid para nosotros es la plaza más importante y nos sentimos queridos por la afición".​ En esta misma ocasión otros toreros se pronuncian sobre las características de estos toros. Así, Manuel Caballero denominó al toro de Victorino "como un toro exigente. Cuando lo toreas de verdad, te da todo". O Luis Miguel Encabo: "un toro que no tiene inercias. Es un toro tremendamente bravo con todo lo que esa palabra conlleva".


En tantos años desde sus comienzos hasta el presente, son numerosos los acontecimientos taurinos que han ido elevando la ganadería de Victorino hasta un éxito incostestable, aunque, como sabe cualquier aficionado, "los Victorinos", como popularmente se conocen, también han conocido sus tardes de decepción y fracaso, por no ser excepción a la regla general, histórica, que afecta hasta a las mejores ganaderías. Pero, como puede verse en las siguientes relaciones, han quedado numerosas efemérides dignas de consignación para el recuerdo.


Primeros éxitos:


Al toro Baratero, cárdeno, lidiado en Las Ventas, Madrid, el 10 de agosto de 1969, "se le concedieron los honores de una lenta vuelta al ruedo en el arrastre a petición de la concurrencia".


El debut de la ganadería en la Feria de San Isidro tiene lugar en 1972, tras haber conseguido previamente cuatro vueltas al ruedo.


Al toro Jaquetón, cárdeno, n.º 18, lidiado en Las Ventas el 11 de mayo de 1975, "le fue adjudicado el trofeo que el Ayuntamiento de la capital dedica al toro más bravo" de la Feria de San Isidro.


Único indulto en Las Ventas:


El propio epígrafe explicita el hito, referido a toda la historia de la Plaza Monumental de Las Ventas de Madrid. Correspondió al toro Belador, marcado con el n.º 121, el 19 de julio de 1982, de la ganadería aquí estudiada. Se trataba precisamente de un concurso de ganaderías, celebrado con motivo de la llamada Corrida de la Prensa, presidida desde el Palco Real por la muy aficionada infanta Doña María de las Mercedes, madre del rey. Este animal, Belador, en armonía con su antiguo encaste santacolomeño, pesó 520 kilos. Resultó extraordinariamente bravo a lo largo de toda la faena, en varas y en la muleta, incansable y rápido repetidor en sus nobles embestidas, que implicaron un esfuerzo notable por parte de su lidiador, Ortega Cano, para no perder terreno ante su acometividad. El torero, que "embarcó las embestidas con temple y hondura" y "exhibió la calidad del Victorino", ante la concesión del indulto, simuló la suerte suprema clavando en lo alto una banderilla, y recibió el premio de una gran ovación que le obligó a salir hasta el centro del ruedo. No se realizó el simulacro de la concesión de las orejas. Treinta y seis años después así lo recordaba Ortega Cano: "algo único, algo histórico que pasó, quizás Victorino haya echado mejores toros pero yo a Belador lo llevaré siempre conmigo".


Aunque en la tablilla de la plaza salió el nombre del toro escrito con B, no debe extrañar a nadie verlo también reproducido con V, pues, según el propio ganadero, Velador pertenecía a la familia de las Vencedoras. Toda la prensa se hizo eco (y siguen reproduciéndose crónicas sobre ello) no solo del indulto, sino de las dos horas que transcurrieron hasta conseguir que el animal saliera del redondel y volviera a los corrales de la plaza para las primeras curas. Y debe tenerse en cuenta que era el tercer toro de la corrida, por lo que esta vino a tardar cuatro horas en celebrarse. Velador no hacía caso de los cabestros (a los que derrotaba cornadas), ni de los capotes de los toreros, ni de un perro que sacaron para encelarle, cuya vida peligró.


También resulta insólita la crianza de este animal, pues su madre, vaca primeriza en el parto, repudió amamantarlo, por lo que hubo que recurrir a darle con biberón la leche de una vaca lechera. Eso generó una proximidad sentimental entre los criadores y el animal, que, por tan estrecho lazo, se comportaba como manso, y de esa forma, nunca se pensó en lidiarlo. Pero se produjo la baja por herida de cornada en el toro enviado a la corrida concurso, y, aunque con muchas reservas, no hubo otra solución que enviar como sustituto a Belador. Naturalmente, el hecho de un toro que convive mansamente con sus criadores pero luego tiene una conducta sorprendentemente muy brava en el ruedo, introduce en la realidad del gen de la bravura por encima de los hábitos vitales.


Después de padrear un tiempo, y morir el animal, se le disecó (o naturalizó) entero, y está expuesto en el Museo Taurino de Madrid, pero ubicado en el pasillo circunvalante de la planta de Gradas de la Plaza Monumental.


La "Corrida del siglo":


El 1 de junio de 1982 se celebraba en la Plaza de Toros de Madrid la decimonovena corrida de abono de la Feria de San Isidro. En los carteles se anunciaba la ganadería de Victorino Martín y sus toros serían lidiados por los diestros Francisco Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y José Luis Palomar. Por el éxito de los toreros y el comportamiento de los toros (Pobretón, Playero, Mosquetero, Director, Gastoso y Carcelero) se le vino a considerar como la Corrida del siglo; un efecto que tuvo aún mayor alcance al ser retransmitido el festejo por Televisión Española. El ganadero había salido a hombros por la Puerta Grande, acompañando a los tres toreros, tras cortar dos orejas cada uno.


El crítico taurino y periodista Ángel Luis de la Calle se hacía eco en las páginas del periódico El País del éxito rotundo que suponía este festejo, al que denominó por antonomasia como una «corrida de toros», donde explicaba la pasión que se levantó entre el público madrileño por el juego ofrecido por los toros y el triunfo sonoro de los tres diestros:


Veinte mil espectadores en el coso, millones frente al televisor, asistieron nada más y nada menos que a una corrida de toros. Hasta Palomar, que es de la seria Soria, parecía nacido ayer en el mismísimo Triana. "¡Así, así queremos los toros en Madrid!", gritaba el graderío. Hasta los exigentes aficionados de los altos del siete, los puristas del ocho, vibraban con el suceso.


Varios periodistas influyentes también festejaron la corrida. Por ejemplo, Vicente Zabala bautizó la crónica del festejo como El golpe de timón de Victorino, en la que decía que «la corrida de hoy debe ser la frontera entre un ayer cercano, nefasto, y un futuro mejor. Ha sonado la hora de tentar otra vez por derecho, de olvidarse de lo comercial...»


Plazas referenciales de la ganadería:


Prácticamente todas las plazas de primera categoría han contratado alguna vez a la ganadería de Victorino Martín, pues la expectación de los públicos lo solicitaba. Pero la demanda de ganado ha estado muchas veces por encima de la oferta posible. También el caché de los toros estaba bastante por encima de la media, pues el éxito de sus corridas, y el seguro de la emoción que propagaban sus éxitos, se lo permitía al propietario: "Al mero reclamo de su nombre se acababan los boletajes en las taquillas por todas las grandes ferias de España".


Tres han sido las plazas claramente referenciales de la ganadería: Madrid, Sevilla y Bilbao. En Bilbao, desde 1975, muy habitual, llegando a hacerlo 21 años seguidos; cuatro de sus toros dieron la vuelta al ruedo y uno fue indultado. En Sevilla, desde 1996 lidió cuatro años seguidos; los cuatro siguientes faltó; volvió al ruedo maestrante de forma intermitente, y desde 2009 hasta la actualidad lo ha hecho todos los años. En cuanto a Madrid, salvo también un pequeño paréntesis, lo ha hecho de forma habitual, incluso con dos corridas al año (como estos últimos), y el resultado ha sido 17 vueltas al ruedo y el ya referido excepcional indulto.


Otras plazas muy fieles a su contratación han sido Logroño, Santander y Castellón.


No ha faltado en Valencia, Málaga, Zaragoza, Ciudad Real... ni en plazas de tradición torista, como Albacete. A los Sanfermines ha acudido en tres ocasiones. En cuanto a sus encierros, el año de su estreno, 2005, se registra el siguiente dato: pisaron las calles de Pamplona de forma limpia y sin generar accidentes entre los mozos, a pesar de la expectación que generaron los victorinos entre los corredores; así, la carrera «se despejó en dos minutos y quince segundos, que fue el tiempo en el que se constató su nobleza». En cuanto a las corridas pamplonicas, tuvo su mejor resultado en 2006, la última tarde de la feria, con una vuelta al ruedo de un toro que correspondió a Antonio Ferrera, capaz de cosechar un gran triunfo tras recibir una cornada, cortando las dos orejas y el rabo del sexto.


Más en conjunto puede también subrayarse que en 1999 la ganadería logró el récord de lidiar 100 toros en 19 festejos.


Premios y reconocimientos:


Pueden distinguirse varios tipos de premios. Así, los de iniciativa privada, como por ejemplo plazas de toros, críticos, veterinarios, aficionados o clubes, como estos:


2002: Premio a la mejor corrida, entregado por la Asociación de Críticos Taurinos del Suroeste de Francia, por el encierro lidiado en Aire-sur-l'Adour el 15 de junio de 2002.

2012: Premio Taurino ABC en 2012, "por su brillantísima temporada, con triunfos en las plazas más prestigiosas y por su gloriosa trayectoria [...] manteniéndose fiel al concepto de toro encastado como fundamento de la Fiesta".

2013: Premio a la Promoción y Fomento de la Tauromaquia de la Asamblea Nacional de Unión de Federaciones Taurinas de España (UFTAE), "entidad que agrupa al mayor colectivo de aficionados de nuestro país".

2016: La Plaza Monumental de Las Ventas, de Madrid, coloca una azulejo que "inmortalizaba su nombre y su hierro en la Puerta Grande de la Monumental de las Ventas"​, queriéndola destacar sobre otras placas ya colocadas a su nombre en el patio de arrastre, junto a otras ganaderías premiadas. La leyenda del azulejo afirmaba: “A Victorino Martín Andrés, ganadero infatigable y ejemplar, defensor de una tauromaquia íntegra, leyenda de la cabaña brava española”.

2017: Premio "Hierro de Oro", concedido por Radio Nacional de España", por los éxitos cosechados en la temporada taurina 2017.

2017: Premio "Corrida del Año" por parte del Colegio de Veterinarios de Ciudad Real, por la corrida lidiada el 18 de septiembre de 2016.​

2019: VII Premio del Club Taurino Paul Ricard, como reconocimiento a la trayectoria de la ganadería.

Por otro lado deben subrayarse de forma destacada los dos grandes premios de Instituciones públicas de nivel nacional, tan importantes que son entregados por Reyes de España:


En 2013 se le concede a don Victorino Martín Andrés la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, conforme al Real Decreto del Consejo de Ministros, a propuesta del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que "distingue a las personas y entidades que hayan destacado en el campo de la creación artística y cultural o hayan prestado notorios servicios en el fomento, desarrollo o difusión del arte y la cultura o en la conservación del patrimonio artístico". La entrega se efectúa en el Palacio del Pardo, de manos de Don Felipe y Doña Letizia, y "el prestigioso criador de toros de lidia, máxima figura en el campo bravo, comparte este reconocimiento con otras grandes personalidades". Esta era la Medalla de Oro a las Bellas Artes que hacía el número 22 entre las concedidas a la Tauromaquia, y solo la segunda otorgada a un ganadero: "se premia así a la trayectoria intachable de uno de los criadores de bravo de mayor relevancia y trascendencia del último medio siglo".

En 2016 Victorino también recibe, en Cuenca, de manos del Rey Felipe VI el Premio Nacional de Tauromaquia. Ese mismo año había conseguido que tres de sus toros fueran indultados (en Sevilla, Calasparra e Illescas). "El jurado subrayó «la incomparable trayectoria de dicha ganadería, cuyo nombre ha quedado asociado a valores como la emoción, la bravura o la protección del valiosísimo patrimonio ecológico que encierra la Tauromaquia". El veredicto del jurado también destacaba otro mérito: «la protección del valiosísimo patrimonio ecológico que encierra la Tauromaquia». Las mismas palabras las recoge el diario El País, que por su cuenta incide en que "Victorino Martín es sinónimo de ganadero revolucionario, un puntal esencial de la segunda mitad del siglo XX, buscador incansable del toro auténtico [...] Su trayectoria demuestra que es un ganadero intuitivo, inteligente, independiente, íntegro y sagaz, sin pelos en la lengua y defensor de la autenticidad. No procede de noble estirpe ganadera. Ha preferido siempre servir al aficionado antes que al taurinismo. Ha sido un autodidacta cargado de sentido común y con un olfato especial para acertar con las necesidades de la fiesta moderna".

Victorino se convertía así en la única personalidad de la tauromaquia que había sido distinguido por los dos galardones.


Por último, se puede aludir a un reconocimiento mucho más local, pero también significativo: Victorino es reconocido en su pueblo natal como "Hijo predilecto". La misma noticia, sin fecha, tras dar noticia de su nacimiento "en la casa paterna, el antiguo estanco de Galapagar", el 6 de marzo de 1929, informa que "el mítico criador de toros bravos fallecía a la edad de 88 años el pasado 3 de octubre de 2017 en su finca de Monteviejo", es decir, sin cumplirse el año desde haber recibido el Premio Nacional de Tauromaquia, acompañado por su hijo homónimo, que ya dirigía, de hecho, desde tiempo atrás, la ganadería.